Hace décadas me regalaron un chal-manta, en color beige. Ni el tejido me gustó porque enseguida se hicieron bolitas, ni el color era santo de mi devoción.
La gama de crudos, desde el más claro que es un blanco sucio hasta el más oscuro que llega a ser un café descolorido, no habían entrado en mi armario hasta ese momento.
Tengo por costumbre, tradición, cariño y amor, aceptar todos los regalos, quien hace el regalo ha pensado y dedicado tiempo en tí, independientemente del coste del presente. El tiempo, un concepto personal que jamás retorna.
Reconocí con el paso del tiempo, que precisamente ese color era tan comodín que podía combinarlo con mi ropero. El tamaño también era ideal, en otoño y primavera según las circunstancias y climatología, una manta o un chal.
Ahora, todavía en tiempos de confinamiento por pandemia, acabo de terminar de diseñar en papel lo que en mi cabecita ya tenía medio hilvanado.
De los conos que me dió mi madre y empecé a distraerme con alguna muestra, me decidí por ese entredós ondulado:
Y en estos meses de invierno, arropada con la manta y sentadas Jefa y yo, mientras descansaba el cuerpo, el cerebro seguía creando y haciendo matemáticas.
Empecé con el entredos y tan largo como una bufanda.
Un segundo entredos Para el otro costado.
Elegí otra muestra: una de florecitas; y mientras iba formando las bolas uniendo los dos hilos de los dos conos.
Me he molestado en pesar en gramos, para controlar el consumo, no vaya a ser que me falte hilo a media labor. Por eso es importante el diseño, para preveer una eventual combinación en tonos de beige.
Aunque hay más conos, no son de la misma tintada y eso, al final, se nota con la labor terminada.
Midiendo el ancho del que será un camino.
Midiendo para saber cuántas ondas necesitaré para cuadrar el chal en lo ancho.
las florecitas junto al canto longitudinal del chal.
Si te fijas, lo tengo plegado todo el rato para que me sea más cómodo tejer con la Jefa compartiendo sillón y también más fácil dejarla y guardarla hasta la siguiente sesión.
Pues ya lo tengo claro. De momento dejo de hacer flores y comienzo uno de los costados cortos: 9 ondas en total.
Cuando me canse, podré continuar con los rosetones.