1. deshice el dobladillo. 2
cm no eran suficientes para mi gusto y mis años.
2. Encontré en el baúl el
trozo de tela que, al comprarla, recordaba tenía del color del fondo.
3. Fue fácil cortar las dos
tiras, unirlas y coserlas al borde de la falda.
4. Recordando las faldas
escocesas terminé con flecos y no con dobladillo.
5. Otra noche me entretuve deshaciendo la cintura. Merecía la pena subirla y ganar otros centímetros de largo aunque fuera visualmente. Con ello me aseguraba de que la cintura se me adaptara mejor. Y cuando llegue a estrenarla ni se me verá el ombligo si llevo algo corto arriba ni me descamisaré si decido meter camisa o sueter por dentro de la falda. Ya veremos.
6. Aprovechando que la
cinturilla está al bies, me he permitido embeber el borde superior y reducir
unos centímetros el perímetro.
7. Me encontré también en
el baúl, un forro de falda y me venía perfecto de largo. Me aseguraré de esta forma que una ráfaga o cambio de aires si me levanta la falda no se vea más de lo que no quiero enseñar. Tampoco me apetece hacer de Marilyn.
8. Y ya cosido forro a la falda, solo quedaba terminar con corchetes el trozo de cintura que no dispone de cremallera. No merecía la pena perder más